"En la ciudad de Sylvia" de José Luis Guerín


Él, ella y tú

Mi reseña de "Waltz with Bashir" concluía con un postdata ("Los museos deberían reservar una sala para obras de este tipo"), y una promesa: hablaros de "En la ciudad de Sylvia": una obra de ese tipo.

José Luis Guerín plantea en la película "En la ciudad de Sylvia" un laberinto sin salida. Sylvia, el nombre femenino del título, es pura ficción. No existe como personaje (sólo hay "él" y "ella"); es un papel que el espectador recrea en su cabeza como una musa perfecta, y por ello inalcanzable.

Pilar López de Ayala, "ella", interpreta, por tanto, un papel doble: una chica sencilla en Estrasburgo; y, además, una mujer escurridiza y misteriosa, que juega con "él" (Xavier Lafitte), pero que esconde algo dramático tras sus ojos. Quizás ese drama en la mirada (en una única mirada directa) sea el clímax de la película. Por supuesto, es el espectador el que siente ese rasgo oculto, y el que experimenta con la trama.


El punto de vista se situa tras los ojos de Xavier Lafitte: "él", que caracteriza a un dibujante en busca de la inspiración, pero bloqueado por el recuerdo de una mujer que conoció en esa ciudad años atrás. Con esta óptica, el espectador descubre y se fascina con la precisión con la que están compuestos cada plano.

El laberinto de José Luis Guerín está formado por las calles de Estrasburgo, la belleza de cada imagen es una distracción para el protagonista, pero el espectador encuentra la inspiración buscada por "él" cuando es capaz de fijarse en los pequeños detalles que compen la película. Hay espacio para el humor y para maravillarse con el lenguaje audiovisual en la persecución entre los personajes.

"En la ciudad de Sylvia" es una película experimental, pero sólo desde el punto de vista de que es el espectador el que trabaja con la trama. Por ello, cuando termina, te sientes atrapado en la historia, sin saber qué decir de ella, porque es radicalmente subjetiva.

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