"Das Weisse Band", escalofriante Haneke



No conozco el cine de Michael Hanenke, no he visto ninguna de sus anteriores obras, ni siquiera alguna de las dos versiones de "Funny Games" (el nombre ya por si sólo es perturbador) pero creo comprender el complejo universo que hay en su mente, al menos en "Das Weisse Band" pude disfrutar de una buena porción de él. En Haneke no hay violencia, no hay un exagerado suspense, apenas hay una acción clara y evidente, pero todas esas carencias intencionadas las suple creando un ambiente cinematográfico autenticamente perturbador. Y no creo que hoy día haya nadie capaz de hacer algo semejante, aunque hace no mucho tiempo un vizcaino como hoy casi olvidado como Víctor Erice supo transmitirme las mismas sensaciones.


En "Das Weisse Band" ("La cinta blanca") Michale Haneke nos situa en un minúsculo pueblo alemán en los albores de la I Guerra Mundial, un mundo anclado en el pasado y en las tradiciones, donde apenas existen avances tecnológicos y se vive en un régimen cuasifeudal. A través de la narración del maestro del pueblo vamos descubriendo una serie de macabros acontecimientos que ocurren en esta sociedad en un espacio muy corto de tiempo y que acaba por transformarla y sacar a relucir sus viejos odios y rencillas.

Esta película llegó a San Sebastián con la Palma de Oro de Cannes de esta última edición bajo el brazo y, aún a riesgo de parecer impulsivo, debo reconocer que me parece totalmente justificada. Porque el director es capaz de reflejar con unos pocos pero impactantes trazos una sociedad donde impera el mal, las reglas del premio/castigo y el ojo por ojo. Un mundo carcomido por el odio, donde los personajes se sienten oprimidos y frustrados y deben sacar su ira adelante con violencia. El propio título de la película, esa banda blanca, hace referencia a la inocencia y la pureza perdida, al menos desde el punto de vista del puritanismo más extremo.



Hay casos realmente impactantes durante la película, como aquel interrogatorio al que es sometido el hijo del pastor para descubrir si se masturba, siendo el momento clave del film cuando la baronesa describe el pueblo como un lugar lleno de odio y de personas malvadas pero del que se puede escapar. Sin duda el mérito del film está en esas descripciones, en la violencia que transmiten los diálogos y las situaciones. Aunque otra de las razones de su fuerza es el trabajo de cásting de actores, porque todos ellos saben dar a su personaje un punto de maldad tan humana que sobrecoge sin dejar de parecernos real.

No dejo de pensar en que seguramente en la cabeza de Michael Haneke esta película representa una intensa investigación sobre las causas más profundas del estallido de violencia tan salvaje e irracional que fue la I Guerra Mundial.

Dice Haneke que no tiene miedo a irritar o aburrir al público con sus películas. Soy consciente de que mucha gente encontrará esta película aburrida, pero también asumo que nadie saldrá del cine sin antes haberse planteado muchas dudas sobre la vida y la muerte, la justicia o el mal. Da que hablar y que pensar.

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